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FAMILIA

Soy Linaje Real

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Ser soñadora nunca fue una de mis prioridades y el diseño de lo que es un matrimonio y una familia nunca estuvo en mis planes. Sin embargo, al ver hoy a mis dos hijos: Miguel Ricardo y Michelle casados –y mi primer nieto de 7 meses Levi Jeremiah– creo que era el plan perfecto de Dios para mi vida. Indudablemente es un legado con el cual no soñaba pero que hoy es una de mis realizaciones por la cual me siento muy feliz y honrada.

Vengo de un hogar con muchos problemas en su interior. Mi familia tuvo que pasar por muchas circunstancias difíciles. La relación familiar era distante, desde mi niñez sembraron semillas de inseguridad, menosprecio e incomprensión. Y hoy entiendo que estas heridas en el alma desestabilizaron mis emociones.

Mi padre pasó la mayor parte de su vida en el alcohol y falleció por esta causa. Él fue un hombre que se esforzó por trabajar y llevar el sustento a nuestra casa, pero pensaba que solo eso era el éxito de un hogar y que nada más era importante.

A la edad de 16 años, empecé a consumir alcohol y todo tipo de drogas, me empecé a rodear de personas que, al igual que yo, creían que no había una razón de vivir, literalmente solo vivíamos el día a día y nada más. 

Mi madre aprendió que como mujer de la casa, su única labor era callar, obedecer y estar agradecida por tener un esposo y unos hijos. Su logro más grande era atender la casa, por eso nunca pasó por su pensamiento avanzar, conquistar, ser una mujer emprendedora y segura de sí misma. Nada de esto era posible para ella, pues desde muy pequeña mi madre fue abandonada y rechazada. Hoy honro la memoria de mi madre quien ya falleció.

Esto, a grandes rasgos, muestra el camino que había heredado. Crecí pensando que debería transitar por estas mismas circunstancias desfavorables. Al entrar a la universidad fue cada vez más difícil soñar con algo. Para mí, la universidad se convirtió en una ventana para escapar, para independizarme de mi familia y hacer lo que bien me parecía. Reconozco que esta etapa de mi vida se convirtió en la más difícil.

En una ocasión alguien me preguntó si en mis planes y en mis sueños estaba el conformar un hogar, mi respuesta fue clara y muy  contundente: ¡NO! Nunca estuvo dentro de mis prioridades. No lo veía importante, porque pensaba que mi vida era una más entre tantas, una vida normal y así mismo tenía que vivirla.

Al principio, ser madre de mis dos hijos fue como repetir la historia de mi familia. Abandoné durante 3 años a mi primer hijo, Miguel Ricardo, a los dos meses de nacido. Mi madre tuvo que asumir su cuidado ya que yo me encontraba en una etapa de hippismo, recorriendo las ciudades de Colombia con Miguel, mi esposo. Fue una etapa de dormir en las calles de algunas ciudades, en drogas y sin un rumbo a donde ir. Con mi hija Michelle el proceso también fue difícil, ella nació en las peores circunstancias, en las calles de la ciudad de Cartagena, en Colombia. El nacimiento de Mich fue prematuro y nació pesando 1.700 gramos. El diagnóstico médico es que estaba infectada y por espacio de un mes permaneció en una incubadora.

Estoy omitiendo muchos momentos difíciles que viví alejada de mi familia por varios años. Solo quiero que imaginen qué es vivir en los peores lugares de las ciudades. Hoy puedo decir que sobreviví por la misericordia de Dios, porque sé que su propósito para mi vida es dejar un legado.

Al encontrarme en la ciudad de Cartagena, un día nos vimos en la necesidad de regresar a Bogotá. Al llegar a la casa de mi familia mi anhelo era volver a ver a mi hijo. Fue un tiempo que hoy llamó la restauración de esos años de abandono.

Tiempo después, me encontraba en un lugar vendiendo artesanías y una joven se acercó a compartirme sobre las cosas de Jesús. Fui impactada ya que tenía muchos vacíos en mi corazón. Las palabras de esta joven fueron: ¡Cristo les ama!

Esa semilla quedó en mi corazón y días más tarde mi suegra me invitó a una iglesia cristiana.

Yo no estaba aún muy convencida, pero decidí acompañarla ese día. Para mi sorpresa ví que el pastor que estaba predicando era el mismo que oímos el día que esta joven nos compartió: el pastor Cesar Castellanos.

El pastor predicó sobre el hijo pródigo. Y ese mismo día tomé la decisión de volver de todo corazón mi vida a Jesús. Tuve mi encuentro radical de tres días con Dios. Entendí del hijo pródigo que había una herencia que desperdicie por años y mi deseo era recuperar los años perdidos lejos de mi familia.

Se prestaron muchos tropiezos al comenzar mi vida cristiana, pero tomada de la mano del Espíritu Santo pude vencer. Me determiné y me esforcé por recuperar mi legado, aquel que nos dejó el Señor Jesús, no solo para mí, sino para mis hijos y mis futuras generaciones. 

La palabra dice en 1 Pedro 2:9 “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

Esa fue la palabra que me confirmó que yo era alguien especial y que mi descendencia recibiría una herencia. Muchos días y noches pasé en oración para aprender a ser hija, madre y esposa. ¡Con el tiempo recuperé mi legado!

Me fue delegada autoridad en Jesús para reclamar lo que me pertenecía: mi hogar, mi imagen, mi valor en Jesús. Y ese mismo legado lo debería transmitir a mis hijos en cada área de sus vidas.

Mis hijos fueron levantados en el amor y temor a Dios. Algo que me ayudó a entender sobre mi legado fue nacer a la intercesión para romper maldiciones generacionales. Aprendí a amar el ministerio y mi llamado. 

El mayor legado que le pude entregar a mi hija Michelle, desde los dos años, fue llevarla a todos los encuentros que hacíamos, a todas las células que realizaba, a todas las intercesiones que hacía, a todos los eventos de la iglesia. Y pienso que nuestra tarea es transmitirles a nuestros hijos y familia el legado de amar y servir en la obra de Dios con pasión.

A Miguel Ricardo, mi hijo mayor, le inculqué principios de la palabra de Dios. Hoy vive en Estados Unidos, se casó y tiene un hermoso hogar. Mi hija Michelle, apasionada por el ministerio, vive en Holanda y también disfruta un hermoso hogar. 

Sin embargo, mi hija pasó por esa etapa de saber quien sería la persona correcta para su vida y en verdad no tenía la claridad de quién sería. Así que un día me acerqué a mi pastora Emma Claudia y le pregunté cómo debía orar por el área sentimental de Mich, ya que era una decisión tan importante para ella. Y recuerdo que me dijo: “Olga, ten una noche de oración por tu hija y Dios te dará la respuesta a sus sentimientos”. Fui obediente y esa noche Dios me confirmó una palabra que me había dado 6 años atrás: Isaías 46:11.

Dios me mostró el lugar, el rostro y todo lo que sucedería con el proceso sentimental de mi hija. Mich encontró la persona correcta en Joshua, un joven que ama su llamado, un joven de ministerio. Y estoy muy agradecida por nuestro hermoso nieto: LEVI JEREMIAH. 

Tengo la certeza que sus padres lo están educando en el temor por las cosas de Dios y recibirá el legado ministerial también. Estoy creyendo y orando para que Dios obre el milagro de un bebé en mi hijo y su esposa Ana María.

Los hijos de mis hijos también serán alcanzados con este legado que nosotros levantamos. Hoy puedo tener la absoluta certeza que todo mi pasado fue cambiado, cuando decidí tomar la oportunidad de rendirle mi vida a Jesús 28 años atrás.

Y de acuerdo a Lucas 15:11-22 he recibido el anillo de autoridad, un nuevo calzado para andar en el propósito de Dios, la mejor ropa que representa mi nueva naturaleza y una naturaleza de linaje real, este es mi legado.

Olga Morales

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